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Caracterización del adolescente con baja autoestima (página 2)



Partes: 1, 2, 3

La obesidad puede generar aislamiento social,
depresión e inseguridad y se asocia a problemas tales
como: inadaptación escolar, disfunción familiar,
confusión del rol sexual, sentimientos de inferioridad y
rechazo de los coetáneos.

En este caso, será importante el empleo de una
dieta adecuada y la práctica sistemática de
ejercicios. También es necesario apuntar que la
desnutrición puede tener efectos dañinos para la
salud del adolescente, retardando el estirón y la
maduración sexual. Por tal motivo no debe descuidarse la
alimentación en esta etapa, en la que debe primar una
cierta medida.

El acné juvenil se considera un resultado de la
excesiva segregación de andrógenos. Este
fenómeno tiene un condicionamiento hormonal y es por ello
que no basta para su solución la dieta y determinadas
medidas higiénicas, sino que es necesario el tratamiento
médico. Este fenómeno influye desfavorablemente en
la autoestima del adolescente por la extraordinaria
significación que tiene en esta edad la apariencia
física.

Otro elemento de importante repercusión
psicológica lo constituye el problema de la
maduración temprana o tardía. Los varones
acelerados son aceptados y tratados como adultos en mayor medida
que los retardados, lo que refuerza en el caso de los primeros su
independencia, mientras que en los segundos provoca una tendencia
de ser más dependientes de la opinión social y en
ocasiones su deseo de llamar la atención a través
de conductas indisciplinadas y agresivas.

Aunque la maduración sexual influye con menor
fuerza en las hembras, pues el estereotipo social de fuerza
física y disposición atlética se refiere
esencialmente a los varones, las hembras de maduración
temprana se enfrentan desde los comienzos de esta etapa y por un
período de tiempo más prolongado al acoso por parte
del sexo opuesto.

La maduración sexual estimula la atracción
sexual y sirve de base a la consumación de relaciones
sexuales entre los adolescentes. Estas tienden a ser inestables y
a veces promiscuas por la elevada necesidad del adolescente de
explorar su cuerpo y tener experiencia con el otro en este
terreno.

1.2 La autoestima: sus peculiaridades en la
adolescencia

La actividad afectiva de la personalidad implica tanto
los aspectos relativos a la esfera motivacional (incluye las
formaciones motivacionales) como sus formas de expresión
subjetiva en las vivencias afectivas.

Las formaciones motivacionales, aunque conscientes por
su modo de expresión (concepciones, valoraciones,
autoestima, objetivos, proyectos) articulan también
contenidos no conscientes, que si bien no definen la
orientación general de la formación si dinamizan el
sistema regulador al cual se integran. Entre ellas se encuentran:
la concepción del mundo, los ideales, el sentido de la
vida, las intenciones, la autovaloración, la autoestima,
todas las cuales se interrelacionan y dan lugar a una compleja
configuración subjetiva.

La influencia de la compleja relación entre la
autovaloración y la autoestima se refleja en la
regulación de la actividad del sujeto al brindar un
sentido a sus acciones, inducirlas y orientarlas.

La autovaloración posee una función
subjetivo – valorativa y otra reguladora. La primera de
ellas se desarrolla más tempranamente que la segunda, pero
en el caso de la adolescencia ambas tienden a integrarse en una
unidad, en la cual continúan desarrollándose de
manera armónica.

La función valorativa se refiere a la posibilidad
que adquiere el hombre en el curso de su vida de enjuiciar su
comportamiento, su manera de ser y cualidades personales, con un
sentido positivo o negativo, mientras la función
reguladora se refiere a la incidencia del contenido
autovalorativo en el dinamismo y direccionalidad de la
autovaloración y la conducta del hombre en el
planteamiento de metas, nivel de aspiración y en su
autoestimación.

La Dra. Silvia Colunga Santos (2000), en su Tesis en
opción al grado científico de Doctora en Ciencias
Pedagógicas hace referencia a que autores como F.
González,

I. S. Kon, V. Satir, G. Roloff, J. Lafarga, B. Young, N.
Branden y otros, enfatizan el punto de vista acerca del cual la
autovaloración y la autoestima son formaciones
motivacionales y que por ende su papel principal en la
regulación consiste en brindar un sentido a las acciones
del hombre, inducirlas y orientarlas.

La autovaloración y la autoestima se
complementan, conforman una unidad. Pudiéramos decir que
la autoestima es el sentimiento resultante de sentirnos a gusto
con nosotros mismos, de aceptarnos como somos, lo cual
está íntimamente relacionado con la
valoración que nos hacemos a nosotros mismos, con nuestro
autoconocimiento.

El estudio de la autoestima deviene en un tema
necesario, interesante, pero a la vez complejo. Múltiples
son las definiciones que sobre ella se han brindado, una de las
más difundidas es la de Stanley Coopersmith
(1997):

¨La Autoestima es la evaluación que
efectúa y generalmente mantiene el individuo con respecto
a sí mismo. Expresa una actitud de aprobación o
desaprobación e indica en qué medida el individuo
se cree capaz, importante, digno y exitoso. En resumen, la
autoestima es un juicio personal de dignidad, que se expresa en
las actitudes del individuo hacia sí
mismo.¨

(p. 32)

Por su parte Zaldívar Pérez (2003) la
considera como:

¨ la valoración que tenemos de
nosotros mismos, de nuestra valía como persona, y se
construye a partir de los pensamientos, sentimientos y
experiencias que hemos acumulado en el transcurso de nuestra
vida. El conjunto de experiencias y evaluaciones realizadas se
constituyen en un sentimiento de descontento, por no percibirnos
como realmente deseamos.¨

(p. 4)

(Gutiérrez Baró,) 2004 ha
planteado:

¨La autoestima se forma en el proceso de
aprender ¿Quién soy? , del trato que damos y
recibimos de otras personas y del ambiente o comunidad que nos
rodea.¨
(p. 24)

Según esta autora la autoestima va
formándose a través de un orden que establece en
esta escala:

VI AUTOESTIMA

V AUTORRESPETO

IV AUTOACEPTACIÓN

III AUTOEVALUACIÓN

II AUTOCONCEPTO

I AUTOCONOCIMIENTO

  • 1- AUTOCONOCIMIENTO: No es fácil
    para un adolescente hacer un análisis de cómo
    es, como son sus habilidades y conocer por que actúa y
    como el actúa y siente, pero una buena
    reflexión ayuda a comprenderse.

  • 2- AUTOCONCEPTO: Es una serie de
    creencias acerca de sí mismo. Si alguien se cree tonto
    actuará como tonto, si se cree inteligente
    actuará como tal.

  • 3- AUTOEVALUACIÓN: Es la
    capacidad de analizar cuanto bueno hay en su vida, que lo
    hace sentirse bien o mal; que lo satisface y que debe
    desechar.

  • 4- AUTOACEPTACIÓN: Es importante
    que el individuo se acepte tal cual es. Tiene que apreciarse
    en su propio valer, ya que esto le permite crecer y alcanzar
    nuevas metas.

  • 5- AUTORRESPETO: Quien no se respete no
    puede respetar a los demás. Es necesario expresar y
    manejar en forma adecuada sentimientos y emociones sin
    hacerse daño, ni culparse. Es muy bueno sentirse
    orgulloso de uno mismo.

  • 6- AUTOESTIMA: Es la síntesis de
    todos los pasos anteriores: es conocerse, tener una
    autoimagen positiva, aceptarse, analizarse con justeza y
    respetarse.

(p. 35)

La referida autora asevera que debe verse la
inserción de la autoestima en el proceso de crecimiento
personal debido a que:

  • La autoestima es considerada la
    expresión más acabada, suprema, del desarrollo
    personal.

  • Es la clave del éxito
    personal.

  • Es una particularidad de nuestra
    interioridad.

Una de las definiciones más completas y
actualizadas (la autora la reconoce como una formación
psíquica prevalentemente afectivo-motivacional, pero a la
vez conformada por elementos intelectuales, que constituye un
fuente de autoafirmación y autorrealización
permanentes) es la brindada por la Dra. Silvia Colunga Santos
(2000) quien asegura que:

¨La autoestima es una formación
psíquica prevalentemente afectivo-motivacional, pero a la
vez conformada por elementos intelectuales,
(autopercepción y autoconcepto), que constituye una fuente
de autoafirmación y autorrealización permanentes
para el ser humano. Basada en la percepción evaluativa de
sí mismo, la trasciende, e implica una actitud positiva o
negativa hacia la propia personalidad y sus actuaciones,
expresada en un determinado grado de confianza, respeto,
consideración,

aceptación y amor incondicional hacia nuestro
yo".

(p. 39)

Por lo antes expresado, las autoras de esta
investigación asumen la citada definición de la
Dra. Colunga Santos.

La autoestima se adquiere primariamente en el seno de la
familia en que a cada persona le corresponde crecer. Esta
experiencia de aprendizaje de sí mismo va afectando de
manera decisiva la existencia del sujeto, en forma constructiva o
destructiva y en los diferentes ámbitos en que se
desarrolla el sujeto: familia, escuela y entorno
social.

Por tanto, la autoestima se forma y de desarrolla, puede
decirse que se aprende, que fluctúa y que se puede
mejorar. Esto fundamenta el papel de intervenciones educativas
y/o programas escolares destinados a incidir sobre la
misma.

Para hablar de la autoestima en la adolescencia es
necesario recordar que ésta es un período de
tránsito entre la posición dependiente del
niño y la independencia del adulto, quien adopta actitudes
que en ocasiones generan mayores conflictos en su relación
con los adolescentes y por supuesto esto influye directamente en
la valoración que hagan de sí mismos, por tanto, la
vida familiar y el medio social y natural en que se inserta el
sujeto, deben ser igualmente considerados.

Padres que no reconocen los talentos de sus hijos,
profesores que castigan a los alumnos porque no demuestran
capacidad en un área, grupos de amigos que dejan de lado a
algunos de sus integrantes son verdaderas "fábricas" de
personas que, en un futuro cercano, podrán registrar una
muy baja autoestima, disminuyendo sus potencialidades como
individuos creativos y capaces.

Cuando los adolescentes sienten que se les presta
atención, que son respetados y que se preocupan por ellos,
que se les da amor y apoyo, se sienten valorizados y que son
"personas especiales", su autoestima aumenta. Cuando sienten que
no son importantes o que a nadie le interesa lo que hacen, pueden
tener dificultades en la toma de decisiones al hacer sus
proyectos de vida, pueden sentirse disminuidos
socialmente.

Una buena dosis de autoestima es uno de los recursos
más valiosos de que puede disponer un adolescente. La
propia vida ha demostrado que un adolescente con alta autoestima
aprende más eficazmente, desarrolla relaciones mucho
más gratas, está más capacitado para
aprovechar las oportunidades que se le presenten para trabajar
productivamente y ser autosuficiente, posee una mayor conciencia
del rumbo que sigue, actúa independientemente, tolera bien
la frustración, está orgulloso de sus logros,
demuestra amplitud en sus emociones y sentimientos, tiene una
idea de sí bastante real y ajustada, confía en sus
posibilidades, suele ser apreciado entre sus amigos y obtiene
buenos resultados académicos.

Y lo que es más, si el adolescente termina esta
etapa de su vida con una autoestima fuerte y bien desarrollada
podrá entrar en la vida adulta con buena parte de los
cimientos necesarios para llevar una existencia productiva y
satisfactoria.

La adolescencia es uno de los períodos más
críticos para el desarrollo de la autoestima; es la etapa
en la que la persona necesita hacerse con una firme
identidad
, es decir, saberse individuo distinto a los
demás, conocer sus posibilidades, su talento y sentirse
valioso como persona que avanza hacia un futuro.

Son los años en que el chico pasa de la
dependencia a la independencia y a la confianza en sus propias
fuerzas.

En la "crisis de identidad" el adolescente se cuestiona
automáticamente, incluyendo la opinión que de
sí mismo ha adquirido en el pasado. Puede rebelarse y
rechazar cualquier valoración que le ofrezca otra persona,
o puede encontrarse tan confuso e inseguro de sí mismo que
no haga más que pedir a los demás aprobación
y consejos de todo tipo. Sea cual fuere su aproximación a
su nueva identidad, el adolescente pasará inevitablemente
por una reorganización crítica de su manera de
apreciarse con el consiguiente cambio en su
autoestima.

Para el adolescente es una auténtica necesidad
fraguar su identidad y sentirse bien consigo mismo. Si puede
satisfacer tal necesidad a su debido tiempo podrá seguir
adelante y estar listo para asumir la responsabilidad de
satisfacer sus necesidades en la vida adulta.

Según Clemes y Bean (2005) La autoestima puede
desarrollarse convenientemente cuando los adolescentes
experimentan positivamente cuatro aspectos o condiciones bien
definidas:

Vinculación: Resultado de la satisfacción
que obtiene el adolescente al establecer vínculos que son
importantes para él y que los demás también
reconocen como importantes.

Singularidad: Resultado del conocimiento y respeto que
el adolescente siente por aquellas cualidades o atributos que le
hacen especial o diferente, apoyado por el respeto y la
aprobación que recibe de los demás por esas
cualidades.

Poder: Consecuencia de la disponibilidad de medios, de
oportunidades y de capacidad en el adolescente para modificar las
circunstancias de su vida de manera significativa.

Modelos o pautas: Puntos de referencia que dotan al
adolescente de los ejemplos adecuados, humanos,
filosóficos y prácticos, que le sirven para
establecer su escala de valores, sus objetivos, ideales y modales
propios.

La falta de autoestima generalmente se agudiza durante
los primeros años de la adolescencia, luego mejora un poco
durante los siguientes a medida que las nuevas identidades se
fortalecen y enfocan. Los adolescentes que poseen baja autoestima
pueden ser solitarios, torpes en su trato con otras personas y
muy sensibles a las críticas sobre lo que ellos piensan
son sus insuficiencias.

La adolescencia es una época en la que se ponen
sobre el tapete no pocas cuestiones básicas;
piénsese en la vocación, en los planes para ganarse
la vida, en el matrimonio, en los principios básicos de la
existencia, en la independencia de la familia y en la capacidad
para relacionarse con el sexo opuesto. Y a estos aspectos hay que
sumar todos aquellos conflictos de la niñez que no se
hayan resuelto y que surjan de nuevo, conflictos que habrá
que afrontar también.

Teniendo en cuenta las dificultades e inseguridades por
las que se atraviesa en esta etapa, es totalmente necesario
referirse al aspecto de las causas que pueden incidir en la baja
autoestima en el adolescente.

Según Clemes y Bean (2005) Se entiende por causa
de baja autoestima a todo aquello que altera la autoestima de una
persona y como consecuencia daña su bienestar.

Los adolescentes con problemas de autoestima tienden a
retener más la información negativa externa que
perciben de sí mismos en lugar de retener la positiva,
este mecanismo para detectar solo la información negativa
que obtenemos de nosotros por medio de los demás puede
hacernos comprender la realidad; quienes poseen baja autoestima
son más propensos a tomar todo más a pecho y a ver
las reacciones de los demás como un ataque personal aunque
no sea así.

A menudo problemas simples y típicos de la
adolescencia podrían afectar mucho a algunas personas
debido a que ven truncada su necesidad de sentirse aceptados y
valorados por los demás. Es habitual ver sujetos que
tienen problemas de autoestima debido al acné, exceso de
peso o porque una determinada persona no los tiene en
consideración o cuenta con ellos.

Según los mismos autores entre las
causas que originan desequilibrio en la autoestima se encuentran
las siguientes:

  • La educación recibida por los
    padres.

  • Abusos físicos o
    sexuales.

  • Los traumas.

  • La apariencia física

  • Escasa valoración de sí
    mismo.

  • Miedo al abandono: creer
    (exageradamente) que dependemos necesariamente de
    otros.

  • Perfeccionismo: exigirnos más de
    lo conseguido.

  • Uso de los mecanismos de defensa:
    protección ante sentimientos negativos para afrontar
    indirectamente los problemas.

  • Negación: forma negativa de
    verse a sí mismo.

  • Represión: defensa contra una
    amenaza interna.

  • Proyección: pensar que los otros
    tienen el problema y no reconocer que somos
    nosotros.

  • Adicciones: ingerir compulsivamente
    sustancias que distraigan a nuestra mente de una realidad
    insoportable.

  • Conciencia de los propios sentimientos,
    necesidades y deseos: influencia de los demás sobre
    nuestros pensamientos y acciones.

  • Control: la necesidad de querer
    controlarlo todo dificulta la toma de decisiones.

  • Utilizar adjetivos negativos como
    tonto, estúpido, flojo.

¿Cómo influye la autoestima en el
comportamiento?

Según Clemes y Bean (2005) Tendemos a
comportarnos como la persona que creemos que somos, por lo que
creemos que somos capaces de hacer. Por ejemplo, si nos vemos a
nosotros mismos como poco sociables no nos esforzaremos en
intentar relacionarnos con los demás de modo que
reforzaremos esa creencia negativa al no darnos la oportunidad de
hacer nuevos amigos. Dado que pensamientos, sentimientos y
comportamientos se encuentran interrelacionados, y la autoestima
de una persona influye en cómo se siente, cómo
piensa, aprende y crea, cómo se valora, cómo se
relaciona con los demás y cómo se comporta ante
problemas y fracasos, porque dispone de la energía
necesaria para confiar en superar los
obstáculos.

Según Clemes y Bean (2005) Existen actitudes o
posturas que indican la presencia de baja autoestima como
son:

Autocrítica rigorista y desmesurada que la
mantiene en un estado de insatisfacción consigo
misma.

Hipersensibilidad a la crítica, por la que
se siente exageradamente atacada, herida; echa la culpa de sus
fracasos a los demás o a la situación; cultiva
resentimientos pertinaces contra sus críticos.

Indecisión crónica, no por falta de
información, sino por miedo exagerado a
equivocarse.

Deseo innecesario de complacer, por el que no se
atreve a decir NO, por miedo a desagradar y a perder la
benevolencia o buena opinión del peticionario.

Perfeccionismo, autoexigencia esclavizadora de
hacer "perfectamente" todo lo que intenta, que conduce a un
desmoronamiento interior cuando las cosas no salen con la
perfección exigida.

Culpabilidad neurótica, por la que se
acusa y se condena por conductas que no siempre son objetivamente
malas, exagera la magnitud de sus errores y delitos y/o los
lamenta indefinidamente, sin llegar nunca a perdonarse por
completo.

Hostilidad flotante, irritabilidad a flor de
piel, siempre a punto de estallar aún por cosas de poca
monta, propia del supercrítico a quién todo
le sienta mal, todo le disgusta, todo le decepciona, nada le
satisface.

Tendencias depresivas, un negativismo
generalizado (todo lo ve negro: su vida, su futuro y, sobre todo,
su sí mismo) y una inapetencia generalizada del gozo de
vivir y de la vida misma.

1.3. La familia y la escuela como agentes mediadores
en la adolescencia y su repercusión en la
autoestima.

La familia es considerada como un grupo social y como
una institución. Como grupo se refiere a un conjunto
concreto de personas de diferente sexo y edad, vinculadas entre
sí por lazos consanguíneos, jurídicos o
consensuales y cuyas relaciones se caracterizan por su intimidad,
solidaridad y duración.

Como institución es toda una estructura cultural
de normas, valores y partes de comportamiento, organizada por la
sociedad para regular la acción colectiva en torno a
ciertas necesidades básicas como podrían ser la
procreación, el sexo, la aceptación y seguridad
afectiva entre personas, la educación de los recién
nacidos e incluso, la producción y el consumo de bienes
económicos. Es decir que, como institución la
familia presenta funciones muy significativas y determinantes
para las sociedades y los individuos. Según las Naciones
Unidas (2007) la familia suele plantearse como una
institución social de origen natural, basada en lazos de
relación derivados del matrimonio, de la descendencia o de
la adaptación y constituida (en su forma originaria o
nuclear) por los padres, normalmente casados, aunque no
necesariamente y sus descendientes, los hijos, unidos por lazos
familiares fortalecidos por el amor y el respeto
mutuo.

Por su parte González Serra (2006) ha
expresado:

¨La familia se ha considerado como la
institución básica de la sociedad, ya que
constituye la unidad de producción y mantenimiento de la
especie humana, importantísima forma de
organización de la vida cotidiana personal. Para estos
propósitos cumple funciones fundamentales en el desarrollo
biológico, psicológico y social del hombre, y ha
asegurado junto a otros grupos sociales la socialización y
educación del individuo para su integración en la
vida social así como la transmisión de valores
culturales de generación a
generación¨.

(p.56)

"La sociedad descansa en la familia, entidad
llamada a garantizar la vida organizada y armónica del
hombre. (Serra, 2006, p. 46)

La familia está integrada por un grupo de
personas interrelacionadas entre sí, cada una de las
cuales afecta y beneficia a las otras de manera profunda, y a
menudo oculta. Constituye un complejo entramado de sentimientos y
un constante ir y venir de la gama completa de las emociones
humanas. Representa un apoyo esencial para la vida. Todos sus
miembros aportan beneficios valiosos, ninguno sustituye lo que
puede aportar el otro. Se distingue por la existencia de
relaciones significativas de gran intensidad emocional. Con
relación a ello Álvarez Sintes (2001) plantea
que:

¨La familia constituye el espacio por
excelencia para el desarrollo de la identidad y es el primer
grupo de socialización del individuo. Le aporta a este las
condiciones para un desarrollo sano de la personalidad o, en su
defecto, es la principal fuente de trastornos
emocionales¨

(p. 11)

Al referirse al estudio de la familia es imposible dejar
de tener en cuenta a la pareja como embrión que da lugar a
su surgimiento, sobre ella la Dra. Patricia Arés (2007) ha
dicho:

¨es el primer eslabón más
importante de cualquier familia que comienza, es la zapata del
edificio que luego se va a consolidar. Comienza con el noviazgo y
luego de permanecer en el tiempo va formándose en un
proyecto de unión duradero que puede o no terminar en
matrimonio o en una unión consensual
estable¨

(p. 74)

En los tiempos actuales mucho se habla de la crisis de
la familia ya que han surgido valores emergentes que tienden a
sustituir los de la familia tradicional. La familia a su vez se
ha diversificado en su composición, estructura y
tipología. Han cambiado las formas de hacer pareja, los
estilos de autoridad, las pautas de crianza, los modelos de
maternidad y paternidad, las formas de convivencia. Pero nada
apunta hacia la desaparición de la familia como grupo
humano; por el contrario, la familia ha resistido los impactos de
los cambios sociales.

La familia y los centros educativos son las dos
instituciones locales más importantes con las que cuenta
la civilización humana para satisfacer sus necesidades de
educación así como la adquicisión y
transmisión de todo el legado histórico cultural de
la humanidad.

Ambas son instituciones emblemáticas de nuestra
civilización y aún el hombre no ha encontrado
espacios sustitutos capaces de satisfacer las necesidades que
ellas garantizan.

En nuestro país la familia se reconoce estatal y
jurídicamente como la célula principal del
funcionamiento social y como la institución básica
fundamental responsable de la educación de las nuevas
generaciones, lo cual ha quedado refrendado en La
Constitución de la República.

Es cierto que a la familia no se le puede normar su
funcionamiento, éste queda al arbitrario íntimo de
cada hogar, así como su modo de vida, estilo y
procedimientos educativos, pero sí se la puede ayudar, y
lo que es más importante, marchar junto a ella, no ¨ a
pesar de ella¨.

Según Gilberto García en su libro
¨Compendio de Pedagogía¨ (2002) ha significado el
papel de la familia al precisar:

¨Como institución social se le
considera a la familia ¨ la más estable, duradera y
universal de las formas culturales¨ pues a pesar de haber
adoptado en su evolución y desarrollo diferentes estilos y
formas organizativas ha mantenido su esencia y razón de
ser para el hombre¨.

(p. 25)

Hay que señalar el efecto de influencia
recíproca que se produce entre la familia y el resto de
las instituciones pues por una parte, los miembros de la familia
participan en ellas influyendo necesariamente en su
concepción, evolución y desarrollo; a la vez dichas
instituciones, es decir, la sociedad en su conjunto, influye en
la familia. Y es este un rasgo esencial de esta relación
que ha sido analizada por diferentes disciplinas dada su
trascendencia en diferentes épocas y desde diferentes
posiciones teóricas.

A la vez que institución social, la familia es un
grupo primario que realiza funciones específicas
necesarias para la satisfacción de las necesidades de los
miembros que la integran, así como de ella misma como
unidad vital de desarrollo. Realiza también una serie de
funciones psicosociales sobre la base de principios de
complementariedad por sus diferentes miembros, conforme a los
recursos y potencialidades de cada uno de ellos y en
función de los roles que le son asignados por el resto del
grupo familiar en primera instancia, así como por otras
instituciones del sistema social dentro del cual se encuentran
insertados, es decir, los grupos de amigos, otras familias,
así como otras instituciones sociales: educacionales,
culturales, etc…

Según Gilberto García (2002) existen
dificultades por parte de la familia para enfrentar la
educación de los hijos por:

  • Incremento del tiempo destinado a
    cumplir la función económica.

  • Lejanía de algunos miembros durante
    períodos más o menos prolongados (misiones
    internacionalistas).

  • La mujer es la que lleva sobre sí el mayor
    peso de la sobrecarga doméstica, que unida a las
    dificultades en la prestación de los servicios, pueden
    traer como consecuencia la posible existencia de un clima
    tensionante en las relaciones familiares con el consiguiente
    deterioro del fondo del tiempo que se dedique a la
    comunicación y educación de los hijos. Esto
    demandará de los padres un esfuerzo especial pues la
    madre estará muy sobrecargada y el padre cubano en
    general no tiene hábitos ni habilidades desarrolladas
    para la comunicación y relación más
    estrecha con los hijos.

  • Los déficit ya identificados en la
    comunicación en temáticas culturales,
    orientación sexual de los hijos, de normas de
    convivencia, etc., pueden incrementarse.

  • Disminución de alternativas recreativas y
    culturales que pueden tender a mantener e incrementar el
    relativo déficit del cumplimiento de la función
    educativa de la familia.

Las dificultades expuestas en ocasiones se tornan
más difíciles cuando se trata de la entrada de los
hijos a la enseñanza media, ya que este paso coincide
generalmente con el inicio de la etapa de la adolescencia,
período muy peculiar en la vida del individuo, como es
conocido. En este momento el ciclo de vida de la familia sigue
teniendo como tarea principal la educación de los hijos,
pero sobresale en esta etapa el problema del manejo de la entrada
e inicio de la adolescencia, es un momento muy especial, la
familia debe prepararse para ¨despedir el niño¨ e
ir elaborando ¨la llegada del adolescente¨, proceso que
despierta no pocas angustias y ansiedades en todo
padre.

En este momento la familia debe enfrentar serias
demandas de independencia por parte del hijo, nunca sentidas con
tanta intensidad como hasta ahora. Estas demandas requieren de
mucha sabiduría y atención para evitar la conocida
¨crisis de la adolescencia¨ y ponerla a salvo de posibles
disfunciones propias de estas circunstancias.

La forma en que se haya desarrollado la dinámica
familiar en las etapas anteriores, va a determinar en gran medida
las características de la presente. El establecimiento
adecuado de los límites en el hogar, la definición
de la autoridad, de los espacios físicos y
psíquicos, así como la flexibilidad en las
relaciones y en los límites, determinarán en gran
medida cómo se desarrollará esta etapa y el
adolescente como uno de sus principales protagonistas.

Como se sabe, los adolescentes prefieren que no se
interfiera en los diferentes espacios en que se desenvuelve,
exigen mucho respeto a su privacidad y prefieren delimitar
claramente los límites a estos espacios físicos y
psicológicos. Esto obliga a muchos padres a ejercer un
control discreto y a distancia sobre ellos. Otros se desentienden
de los asuntos de su hijo en alguna medida y otros lo hacen por
completo.

El adulto ya no actúa como mediador con la
intensidad que lo hacía en los primeros grados pues el
adolescente ha alcanzado un validismo que le hace ser más
independiente, lo que limita su dependencia desde el punto de
vista económico y material de la familia.

En su libro ¨Compendio de pedagogía¨
(2002) Gilberto García plantea que las manifestaciones de
la familia con respecto a la actividad escolar del adolescente
son:

  • Se denota un menor control e interés por la
    vida escolar de los hijos, con posibles diferencias a tomar
    en cuenta entre niñas y varones.

  • Disminuyen notablemente las visitas y otros
    contactos de los padres con la escuela.

  • Se observan notables cambios desfavorables en las
    opiniones mutuas entre padres y maestros, sobre todo de los
    profesores hacia los padres.

La educación familiar es la base de la autoestima
de las personas. Las pautas culturales y sociales que en ella se
establezcan influirán sustancialmente en la actitud y la
conducta que van a mantener los hijos en la sociedad. Es como que
se estructurara un modelo social, que por supuesto va cambiando,
pero que en definitiva marcará, en gran medida, los
derroteros de la vida del sujeto. Pero no siempre los modelos que
se brindan son efectivos, los estilos que se asumen son
inadecuados y entorpecen las buenas relaciones familiares,
obstruyen la comunicación, la convivencia se torna tensa y
desagradable, las exigencias son desmedidas y las presiones
desequilibran los estados afectivos.

En Cuba el nivel educacional alcanzado, unido a la
difusión de programas educativos, ha permitido que los
padres conozcan "lo que se debe" y " lo que no se debe", pero les
cuesta trabajo poner en práctica los conocimientos porque
otro cúmulo de tensiones y ansiedades entran a ser un
obstáculo en su actuar y porque se tiene asignado un rol
cultural de madre-padre-familia que dista mucho de ser efectivo
en la sociedad cubana actual después de haber vivido un
proceso de profundas transformaciones revolucionarias que
convocan a la familia a nuevos modelos de relación y
pautas educativas.

La actuación cotidiana relacionada con los hijos
y sus actividades también está determinada
grandemente, no solo por conocimientos, sino por los propios
sacrificios que demanda la educación que movilizan muchas
tensiones negativas, que conducen a los padres en ocasiones a
¨salirse del paso¨, a subir el tono de voz, a hacer cosas
de las cuales a veces se arrepienten y se sienten
culpables.

Ser padre, evidentemente, no es tarea fácil,
más si se tiene en cuenta que para ello no se pasa
escuela, ni universidad, ni nadie se gradúa. Se aprende
transitando el camino, a veces con inseguridades, probando,
valorando aquellos estilos que permiten buenos resultados y los
que no, teniendo en cuenta lo que nuestros propios padres
hicieron con nosotros, no haciendo aquello que en la infancia se
recuerda que nos hizo sufrir demasiado, escuchando
recomendaciones de otros padres y, al final de cuentas, tratando
de obtener la mejores experiencias para la vida
familiar.

Sin embargo, por difícil que sea la tarea, de lo
que se debe tomar clara conciencia es del deber social que se
asume cuando se llega a la maternidad o la paternidad, una vez
que se conciben los hijos, nada ni nadie exonera de la
responsabilidad de ayudarlos a crecer, aunque esto cause
ansiedades. Lo único que los hijos no perdonan nunca es el
rechazo y el abandono.

El desempeño de los roles de padre y madre
está dirigido a cumplir con la demanda social de educar
adecuadamente, de preparar a los hijos para la vida, pero no
siempre se cumple de esa forma.

No son pocos los casos en que la llegada a la
adolescencia de un miembro de la familia es considerada una
crisis familiar normativa o ligada al ciclo vital de esta. Los
cambios y transformaciones que se dan en el adolescente tienen
implicaciones en el sistema familiar, y a la vez están
impregnados de las pautas y normas de convivencia que se han
desarrollado desde la más temprana infancia en el seno de
la familia. El ambiente familiar dotado de una atmósfera
de aceptación y afecto propicia la seguridad y confianza
básica, tan necesaria en la adolescencia.

Los padres constituyen los mediatizadores por excelencia
del proceso educativo y de la apropiación de la cultura de
las nuevas generaciones. De ahí la importancia de
prepararse para desempeñar este papel, justo en las
condiciones difíciles, cambiantes y contradictorias que se
dan en la adolescencia.

El contexto psicológico familiar de un
adolescente debe acomodarse a los cambios de humor, a las ideas
aparentemente irracionales, a conductas a veces extrañas,
al nuevo vocabulario y a los nuevos vínculos sociales
(amigos y pareja). Todas estas situaciones surgen al tiempo que
el adolescente pone en juego su poder, autonomía,
dependencia o independencia. Es necesario actuar de manera que
permita conservar la dignidad del adolescente, estimular su
sentido de autoestima y brindarle lineamientos útiles que
posibiliten una mayor madurez social.

Cuando las normas familiares son flexibles, y se
producen cambios en los códigos de comunicación
entre padres y adolescentes, los padres toman conciencia
también de su nueva situación sin rigidez,
competitividad, rivalidad, ni temor, además de mantener
una actitud comprensiva, comunicativa y amorosa. Entonces esta
etapa puede ser una experiencia enriquecedora para toda la
familia.

En ocasiones la mayoría de los adolescentes que
presentan dificultades en su autoestima proceden de familias
incompletas, en sus hogares son frecuentes las riñas,
donde se muestra poca tolerancia a la frustración, en los
que la violencia verbal y física está presente, en
los que las amenazas y los castigos son los métodos
comunes, en los que predominan conductas antisociales y falta de
dominio. Por otra parte, podemos encontrar conductas de
sobreprotección, de rigidez, falta de afecto, agresividad
o rechazo, la ausencia real o no de la figura paterna.

Según Zaldívar (2007) Hay condiciones que
propician un desarrollo positivo de la autoestima en niños
y adolescentes y es deber de los padres, en primer lugar,
inculcar a sus hijos:

  • 1. El mantenimiento de vínculos
    satisfactorios con personas que resultan importantes para el
    sujeto, y que a su vez también reconocen como
    importante sus vínculos con él.

  • 2. Ser respetado y aceptado en su singularidad
    como individuo único e irrepetible.

  • 3. Facilitarle el ejercicio de la toma de sus
    propias decisiones en lo que compete a su vida.

  • 4. Propiciarle modelos y pautas que le sirvan
    de referencia para desplegar una identidad que sirva de base
    a su autoestima.

(p. 4)

Si lo anterior se cumple, estaremos posibilitando que
nuestros hijos puedan ser personas que vivan una existencia
satisfactoria y productiva, con adecuada autoestima y bienestar
psicológico.

Por su parte la escuela constituye el eslabón
primario de toda la institución educacional, tiene el
encargo social de centralizar y dirigir las influencias
educativas intencionales que caracterizan sus funciones de
carácter profesional y especializado dentro de la
formación de la personalidad de niños, adolescentes
y jóvenes, que puede incluso extenderse directa o
indirectamente a los adultos y a la comunidad.

Para Pablo Hernández (2001)

¨la escuela constituye una comunidad
educativa encargada de impartir la educación
sistemática, donde las influencias educativas asumen un
carácter ordenado, encaminadas a la preparación del
sujeto para el cumplimiento de roles y funciones sociales. En
este sentido la escuela se
convierte
en una salvaguarda de la cultura nacional y de los valores
más esenciales, que ella se encarga de transmitir y
desarrollar en los adolescentes.

(p. 86)

En el texto ¨Introducción a la
sociología de la Educación¨ de Antonio Blanco
(2001) se pone de manifiesto que la importancia de la escuela
dentro del proceso de educación del individuo reside en
que sus influencias se producen en la etapa de la vida
caracterizada por la máxima receptividad y plasticidad del
sujeto. Dichas influencias, realizadas de manera
sistemática por un personal especialmente preparado para
ello cuentan, además, con el auxilio de técnicas,
procedimientos y medios adecuados a sus fines. Semejantes
ventajas han sido en muchos casos el argumento básico para
suponer que la escuela puede sustituir las influencias nocivas o
contraproducentes de otros agentes socializadores,
cuestión que por supuesto es sumamente
discutible.

La escuela como institución se caracteriza por
una estructura de roles, normas y valores propios. Su
misión es educar, transmitir valores, lo cual le imprime
un sello distintivo a esta institución y la diferencia de
otras, principalmente por la misión que le asigna la
sociedad.

Si en la escuela al igual que en el hogar los
códigos de comunicación contemplan gritos,
insultos, lenguaje vulgar, se está enseñando a los
alumnos, a la generación más joven, patrones
comportamentales difíciles de cambiar por lo tanto es
importante que los métodos que se empleen en la escuela
sean para beneficiar al alumno y no para perjudicarlo ya que el
mismo es muy receptivo con respecto a lo que le rodea.

Según Lourdes Ibarra (2008) la escuela no es solo
el espacio donde se enseña y se aprende sino
también un ámbito de convivencia de profesores y
alumnos, en el que se promueven y desarrollan los valores de los
alumnos. Además representa un espacio irrepetible de
experiencias en la conformación de la subjetividad del
alumno. Representa un ámbito de aprendizaje de cómo
convivir en sociedad, compartir con otros coetáneos y
adultos, contener sus deseos de hacer lo que quieren porque no
son los únicos y escuchar opiniones divergentes. Es un
aprendizaje difícil y complejo.

En la escuela se producen conflictos y se traen
tensiones generales de otros ambientes sociales; se ayuda a
interpretar la realidad ya comprender su entorno; y a profundizar
en lo aprendido por otras vías informales (amigos,
televisión, comentarios y conversaciones en la calle, la
música)

La diversidad de influjos estimula el desarrollo
psicológico del adolescente, sin embargo, la escuela juega
un rol protagónico después de la familia. Existen
diferentes contextos educativos que intervienen directamente,
aunque no siempre en el sentido de la continuidad y
complementariedad necesaria para el crecimiento armónico
de la personalidad.

Por otra parte maestros y padres, desde sus propias
perspectivas, tienen una inmensa tarea: construir puentes para
que el adolescente no se sienta desorientado, no pierda el camino
bajo el bombardeo de mensajes y propuestas, algunos deslumbrantes
y enajenantes, y que reconozcan puntos de convergencia entre la
escuela y los demás agentes educativos.

Según la misma autora existen semejanzas entre
los contextos educativos de la escuela y de la familia como
son:

  • Pertenencia a una misma cultura.

  • Comparten objetivos generales en término de
    un código moral, normas de conducta y capacidades
    deseables.

  • Coinciden en la misión educativa de promover
    el desarrollo integral de los hijos, hembras y
    varones.

  • Asumen la función de cuidar y proteger a la
    joven generación.

A pesar de estas semejanzas, existen diferencias entre
ambas instituciones que sesgan la interacción. Los
elementos que marcan la diferencia son las funciones, la
organización espacio – temporal y los
participantes.

La escuela es una organización laboral que se
caracteriza por su carácter organizativo
burocrático, por un sistema de roles desempeñado
por profesores y alumnos que se diferencian de las relaciones
interpersonales del espacio familiar.

Dentro del sistema de actividades en la escuela las
mismas son diseñadas y planificadas en función de
los objetivos educativos. Tienen un carácter
simbólico, fragmentadas y no integradoras entre si ni del
conocimiento académico ni de la realidad. Aparecen
distantes de las necesidades e intereses actuales del adolescente
y frecuentemente son menos gratificantes.

En el texto ¨Psicología y educación:
una relación necesaria¨ de Lourdes Ibarra (2008) se
pone de manifiesto que dentro del sistema de relaciones en la
escuela la interacción de los maestros con cada alumno es
numéricamente menor aunque favorece el aprendizaje social
y las normas de convivencia de grupo. Los alumnos suelen
manifestarse con mayor independencia y requieren menor nivel de
ayuda instrumental que en la familia.

En cuanto a la comunicación y el aprendizaje en
la escuela son por el intercambio verbal. La comunicación
verbal amplía el vocabulario del alumno, la estructura del
discurso difiere del lenguaje empleado en la familia.

En la escuela los aspectos intelectuales y afectivos no
siempre se funden, ni la enseñanza se personaliza. El
componente afectivo no se enfatiza como el cognitivo, como sucede
en la familia.

En el caso de las concepciones sobre la educación
y el desarrollo, en la escuela los maestros constituyen un
personal especializado, calificado en educación. Mantienen
actualizado su formación teórica y experimentan
cambios en sus valores y creencias acerca de estos temas.
Acumulan una rica experiencia a través de la
interacción con alumnos diferentes. El desempeño de
los roles de maestros y padres configuran una percepción
sobre la educación y el desarrollo e influye en la
interacción con los hijos/alumnos.

Los adolescentes permanecen más tiempo en la
escuela que en cualquier ámbito, por lo que como escenario
social es una agencia de socialización y convivencia en
que las etapas del desarrollo humano se asocian con el
tránsito a través de los diferentes niveles de
enseñanza que en ella se cursan. Cada nivel impone
distintos grados de exigencia y complejidad a los niños,
adolescentes, jóvenes y adultos que se ven sometidos a
cambios frecuentes.

En la escuela primaria como tendencia los estudiantes se
identifican con un maestro, representa una figura de actualidad
quien interactúa directamente con los escolares. En las
enseñanzas superiores la situación cambia porque
hay un profesor para cada materia, con menor cantidad de
interacciones y centradas en la transmisión de
conocimientos.

En la transición de la escuela primaria a la
escuela secundaria los adolescentes se sienten confundidos, su
autoestima se ¨tambalea¨ y sus calificaciones pueden
bajar un poco con respecto a los resultados obtenidos en la
primaria; la motivación hacia el estudio, su
participación e interés en actividades escolares
también decrecen. Los adolescentes pueden sentirse
inseguros frente a los cambios que sufren, se sienten
vulnerables, quizás prefieren involucrarse lo menos
posible y pasar inadvertidos. Si estos ajustes se vinculan a
situaciones complejas en el escenario familiar, como divorcio de
los padres, mudarse de domicilio, enfermedad o muerte de
familiares, pueden ser más difíciles.

En la escuela secundaria cada vez es mayor la
presión de los amigos, la influencia de los otros se
acrecienta, esto hace que ellos necesiten información y
consejos de los expertos. En este caso para los estilos, gustos y
relaciones de pareja, los amigos son los expertos.

Es necesario retomar que la personalidad se forma y se
desarrolla no solo bajo la influencia de acciones dirigidas hacia
una finalidad del sistema educacional en la escuela, sino
también y de manera esencial, en un amplio contexto
social, puesto que el sujeto vive en una sociedad.

Refiriéndose a esto, Juan Delval (1999) en su
libro ¨Los fines de la educación¨ plantea que,
¨la educación es un fenómeno amplio y
complejo que es realizado por diferentes factores: padres,
adultos en general, maestros, medios de comunicación,
instituciones sociales en definitiva que toda la sociedad
educa¨.
(p. 23)

Entendido en su sentido más amplio, Delval
(1999), hace coincidir en cierta medida socialización con
educación, pues para él la educación no es
más que la interiorización de las conductas,
actitudes y valores necesarios para participar en la vida
social.

Se considera que el criterio que debe primar en todas
las instituciones socializadoras, entre ellas la escuela, para la
formación de las nuevas generaciones, es el crear una
actitud activa y transformadora ante las dificultades que se
presentan en la vida social, es decir, formar personalidades que
puedan plantearse y lograr objetivos que respondan al
perfeccionismo y demandas de la sociedad en que se desenvuelvan.
Es hacer el trabajo educativo de forma concreta, dirigido
más directamente a la esfera motivacional individual de
modo que posea significación inmediata para la
personalidad.

Si se parte de que la formación del hombre
depende de la educación que recibe, es determinante
entonces establecer la diferencia entre la educación
más general y la educación como un proceso
planificado, organizado y dirigido, que se lleva a cabo
fundamentalmente en la escuela y que persigue un fin
único.

En la medida que se prepare mejor al educando, que las
actividades que realice alcance mayor significación
social, estará en mejores condiciones para enfrentarse a
las influencias espontáneas negativas del
medio.

El trabajo educacional exige búsqueda de formas
superiores de organización de la actividad de los
educandos y de las influencias que están presentes en su
formación, en correspondencia con las necesidades del
desarrollo social. Este está condicionado desde las edades
más tempranas por el modo de vida en el que cada individuo
esté inmerso lo que lo hace interiorizar normas, valores,
actitudes, los rasgos del carácter, convicciones y la
moral que demanda la sociedad en que vive.

Para ello, es necesario logar que los alumnos aprendan a
proponerse objetivos socialmente valiosos, tomar decisiones
adecuadas y oportunas para alcanzarlos y ser capaces de
autocontrolar su realización. Esto implica formar en ellos
cualidades de la personalidad mediante la interiorización
de una jerarquía de valores positivos como motor impulsor
para que deseen y necesiten comportarse correctamente y
actúen en correspondencia con lo que piensen y
sienten.

Esto solo se puede lograr si el modo de vida familiar y
escolar crean situaciones que propicien sistemáticamente
la vivencia de conductas adecuadas, en correspondencia con lo que
se dice, lo que es capaz de experimentar en su vida cotidiana y
los ejemplos que les brindan los adultos en general.

Es necesario tener presente que cada individuo aprende a
dirigir su conducta, como resultado de su participación
activa y consciente en diferentes situaciones, lo que permite al
educador poder orientar el proceso de formación de la
personalidad; de lo contrario se deja a que se forme
espontáneamente, quedando el educando a merced de
múltiples influencias contradictorias que lo llevan por el
método de ensayo y error, a desarrollar actitudes,
conductas y valores muchas veces opuestas a lo que deseamos
lograr.

Resulta difícil percibir externamente lo
alcanzado en el educando, es complejo comprobar y valorar en
períodos cortos, el desarrollo de las cualidades de la
personalidad.

Esto no es posible de medir con un simple cuestionario,
un dictado, o una pregunta en clase, sino que requiere de otras
vías, como es el estudio integral e individual de los
alumnos, el penetrar en su mundo interno, y buscar en todo
momento las causas que originan conductas inadecuadas. El nivel
de desarrollo alcanzado se pone de manifiesto, mediante la
aplicación en la vida práctica de los
conocimientos, las habilidades y los hábitos de conducta,
por las actitudes que asume en diferentes situaciones por el
sistema de valores, motivos y necesidades que condicionan su
conducta, y sus puntos de vista ante la vida. El proceso
educativo está dirigido hacia el futuro, por lo que las
tares y el contenido de éstas tienen que proyectarse en
base a la determinación de objetivos que estén en
concordancia con las tendencias del desarrollo social, de forma
tal que cada generación sea capaz de aventajar el nivel de
desarrollo alcanzado de la etapa en que vive.

Para Vigotsky (1987) el papel que desempeñan los
agentes sociales mediadores del aprendizaje individual y grupal
adquiere gran importancia, lo que puede extenderse, de los
maestros y padres, a los medios masivos de comunicación e
instituciones sociales, entre otros posibles.

De igual manera que el maestro debe cumplir una
función de transmisión de normas, pautas, valores y
¨ conocimientos¨ ya hechos, todos los demás
agentes sociales deberían propiciar espacios de
reflexión, más que de asimilación pasiva, de
generación creativa más que de reproductiva, de
diálogo para la concertación de puntos de vista
diferentes y de aportación de diversas alternativas a la
solución de los problemas sociales y de desarrollo de las
personas.

A la escuela, le corresponde desempeñar un papel
determinante en la formación de valores; para ello es
necesario efectuar transformaciones en el trabajo educativo; por
lo que resulta fundamental que este se oriente de forma tal que
permita potenciar en cada estudiante, aquellos aspectos que le
permitan conocer de una manera más significativa, el
momento histórico que vive.

Según D´ Ángelo (2000) en su libro
¨Sociedad y educación para el desarrollo Humano¨
pone de manifiesto que resulta necesario que el maestro, con su
ejemplo personal y su conducta diaria, se convierta en un modelo
a imitar, cuando de adolescentes se trate, pero no siempre es
imitado o tomado como patrón a seguir, por lo general es
objeto de una crítica a veces despiadada por parte de sus
alumnos; sin embargo cuando logra una relación y
comunicación lo suficientemente afectiva y efectiva, se
convierte en un modelo también positivo.

El valor es algo muy ligado a la propia existencia de la
persona, que afecta a su conducta, configura y modela sus ideas y
condiciona sus sentimientos, actitudes y sus modos de actuar. Es
el significado social que se le atribuye a objetos y
fenómenos de la realidad en una sociedad dada, en el
proceso de la actividad práctica en unas relaciones
sociales concretas.

Además del componente cognoscitivo, resulta
necesario trabajar a la par el afectivo, ya que este componente
es el que abarca la relación personal con el valor. Es
necesario que por ellos mismos lleguen a la valoración de
lo importante, útil, agradable, bueno, etc. que resulta lo
que hacen, para qué y por qué lo hacen.

¿Cómo entonces educar y formar valores? :
Mediante la persuasión, y la participación
consciente y activa del sujeto en su propia formación.
Donde la realización de toda actividad tenga un
significado para sí. Este proceso se facilita mediante una
relación interpersonal comprometida, en una
comunicación que se caracterice por un diálogo
abierto y franco, donde se comporta con autenticidad y
congruencia las experiencias y conocimientos de cada
uno.

Es además la confianza y el respeto hacia el
otro, tomando en consideración, que los otros son parte de
nosotros mismos, de la sociedad que es donde se realizan los
valores, cobrando significado único y pleno.

Los maestros, para poder ejercer una influencia
más directa en sus alumnos, tienen que estar preparados
para profundizar e indagar en cuales son las necesidades,
intereses e inquietudes de estos; qué es lo que les
preocupa; qué aspectos de la vida son los que más
le interesan y tratar de canalizarlos directa o
indirectamente.

Los educadores no deben perder la oportunidad e utilizar
todas las formas y posibilidades de activación de las
mentes y de los corazones de sus alumnos como son: las
conversaciones individuales y colectivas; el debate grupal, donde
tengan que fundamentar y defender sus puntos de vista y
decisiones; la realización de tareas que respondan a un
objetivo común; de trazar metas alcanzables a veces con un
poco más de esfuerzo para algunos; de valorar y analizar
en el momento oportuno el por qué y para qué se
efectúan las diferentes actividades, qué obtuvo
éxito y qué no,.

En ocasiones alumnos con dificultades, como en este caso
con baja autoestima están expuestos a la inconsistencia en
los métodos educativos, relaciones de doble lazo,
actitudes ambivalentes, falta de consecuencia, es decir, en
dependencia del estado de ánimo se toman las
decisiones.

Como consecuencia se puede encontrar que esos alumnos no
logren un ajuste satisfactorio y un lugar en el grupo de
coetáneos, por lo que tratarán de buscar una de las
cuatro metas siguientes:

  • Atención

  • Poder

  • Venganza

  • Manifestación de inferioridad

Por su parte Silvia Colunga (2000) pone como ejemplo
condiciones educativas favorables para un buen desarrollo de la
autoestima como son:

  • Un modelo de padres y educadores
    caracterizado por una autoestima elevada.

  • Estilo educativo orientado más
    al éxito que al fracaso.

  • Creencia en el potencial de las
    personas. Expectativas favorables relativas al
    educando.

  • Disciplina y control, sin amenazas ni
    exposición al ridículo.

  • Propiciar libertad de elección y
    libertad para cometer errores.

  • Respeto a la individualidad y
    autenticidad de cada ser humano.

  • Asertividad, empatía. Saber
    escuchar. Mostrar atención e interés por la
    persona. Dialogicidad.

  • Uso de elogios, estímulos,
    exhortaciones.

  • Reto. Proponer metas altas, pero
    alcanzables.

Al mismo tiempo que existen influencias
educativas nocivas para el desarrollo de la
autoestima:

  • Ambientes educativos permisivos,
    rechazantes, rígidos, sobreprotectores,
    inconscientes.

  • Educación
    culpabilizante.

  • Expectativas negativas, pesimismo,
    desconfianza.

  • Uso excesivo de sanciones y castigos.
    Exceso de prohibiciones y regaños. Crítica
    inobjetiva.

  • Favoritismo. Uso de etiquetas.
    Comparaciones.

  • Sarcasmo, burla,
    ironía.

  • Posesividad, limitación del
    espacio individual, carácter dogmático de las
    reglas, estilos ¨aplastadores de ideas.

  • Énfasis en el cultivo de
    cualidades para gustar a los otros.

  • Cultivo de la obediencia
    robótica más que de la
    responsabilidad.

CAPITULO II

Diseño
metodológico y análisis de los
resultados

En este capítulo se expresan el diseño
metodológico que sustenta la investigación, y el
análisis de los resultados de los métodos y
técnicas aplicadas para caracterizar el comportamiento de
los adolescentes en las áreas personal, familiar y
escolar.

2.1- Diseño
metodológico.

En esta investigación se realizó un
estudio descriptivo transversal para caracterizar al adolescente
con baja autoestima en las áreas personal, familiar y
escolar. Se llevó a cabo en la Escuela Secundaria
Básica "Javier de la Vega Basulto " del municipio de
Camagüey, en el período de enero hasta abril de
2010.

Universo y Muestra.

El universo estuvo conformado por 32 alumnos de noveno
grado con autoestima baja de la Escuela Secundaria Básica
Javier de la Vega Basulto, incluidos en el banco de problemas y
seleccionados por los profesores-guías.

La muestra final quedó integrada por 10
alumnos, los cuales fueron seleccionados luego de aplicar la
Escala de Autoestima de Coopersmith y realizar una
entrevista a los 32 propuestos por los
profesores-guías. El procedimiento utilizado permite
afirmar que es una muestra intencional pura, no
probabilística según los siguientes criterios de
inclusión.

Criterios de
inclusión
.

Consentimiento informado.

Noveno grado.

Autoestima baja, previamente avalada por la
aplicación de la Escala de Autoestima de Coopersmith y
la entrevista
.

Para el estudio se definieron las variables según
las áreas personal, familiar y escolar.

Variables

Área personal

  • Estado de salud físico –
    psicológico.

  • Relaciones con los coetáneos.

Área familiar

  • Tipo de familia y relaciones familiares.

  • Métodos y estilos educativos.

  • Relaciones de los familiares con el
    adolescente.

Área escolar

  • Rendimiento académico.

  • Dificultades en el aprendizaje.

  • Relaciones con los profesores.

Métodos empíricos y
técnicas.

La entrevista: Es una conversación que
sostiene una persona con otra u otras con un propósito
determinado, es un medio de comunicación en el que se
manifiestan diferentes elementos: la palabra hablada, los
ademanes, las expresiones, las inflexiones de la voz, entre
otros.

Los objetivos esenciales de la entrevista son los
siguientes:

– Obtener información relacionada con el tema que
se investiga.

– Suministrar información relacionada con el tema
que se investiga

– Orientar y persuadir al sujeto hacia la necesidad de
modificar su conducta

Esta técnica es una de las más utilizadas
en todas las ramas y especialidades de la sociedad por ser uno de
los medios más directos de llegar a los objetivos que se
desean y además porque está basada en uno de los
aspectos más importantes del desarrollo de la sociedad que
son las relaciones humanas. Esto la convierte en una
técnica compleja, que requiere el cumplimiento de
principios y normas durante su realización.

En esta investigación se utilizó el tipo
de entrevista estructurada con el propósito de obtener
información sobre los aspectos referidos al comportamiento
de los adolescentes con baja autoestima. Fue elaborada por las
autoras y realizada de forma individual a profesores, estudiantes
y padres, por lo que se confeccionaron tres cuestionarios (Anexos
# 3, 4 y 5)

Inventario de autoestima:

Este cuestionario fue elaborado por Stanley Coopersmith
a partir de estudios realizados en el área de la
autoestima. Tiene como objetivo conocer el nivel de autoestima de
los individuos y está conformado por 25 proposiciones
(ítems) donde el sujeto debe responder de manera
afirmativa o negativa. (Anexo # 6)

Calificación: Se califica otorgando 1
punto en aquellos ítems que están redactados en
sentido positivo y a los cuales el sujeto responde
afirmativamente, estos ítems son: 1, 4, 5, 8, 9, 14, 19,
20. Cuando el sujeto contesta "no" en alguno de ellos, se le da 0
en la puntuación de ese ítem. Cuando el sujeto
contesta "no" en alguno de los restantes ítems se le
asigna 1 punto. Al final son sumados estos puntajes
obteniéndose una puntuación total.

Este resultado se interpreta a partir de una norma de
percentiles confeccionada para clasificar a los sujetos en
función de tres niveles:

Nivel alto de autoestima: Los sujetos que se clasifican
en este nivel alcanzan un puntaje entre 19 y 24 puntos. Los
mismos obtienen puntos en la mayoría de los ítems
que indagan felicidad, eficiencia, confianza en sí mismo,
autonomía, estabilidad emocional, relaciones
interpersonales favorables, expresando una conducta desinhibida
en grupo, sin centrarse en sí mismos ni en sus propios
problemas.

Nivel medio de autoestima: Los sujetos que se clasifican
en este nivel son los que puntúan entre 13 y 18 puntos.
Los que presentan características de los niveles alto y
bajo, sin que exista predominio de un nivel sobre
otro.

Nivel bajo de autoestima: Los sujetos que se ubican en
este grupo alcanzan un puntaje inferior a 12 puntos. Obtienen
pocos puntos en los ítems que indican una adecuada
autoestima y que fueron descritos anteriormente. En este sentido
los sujetos de este nivel se perciben infelices, inseguros,
centrados en sí mismos y en sus problemas particulares,
temerosos de expresarse en grupos, donde su estado emocional
depende de los valores y exigencias externas.

Se aplicó con el objetivo de conocer el nivel de
autoestima de los adolescentes que conformaron el universo y
determinar la muestra de estudio.

Inventario de Problemas Juveniles: Técnica
proyectiva destinada a la búsqueda de peculiaridades de la
población infanto – juvenil. Tiene como objetivo
conocer la valoración individual que el sujeto hace de
sí mismo y acerca de los diferentes contextos que le
rodean, incluyendo su estilo de interrelación social y sus
modos habituales de enfrentamiento. (Anexo # 7)

La observación: Es una forma de recoger
información que generalmente se lleva a cabo en el
contexto natural donde tienen lugar los acontecimientos. El
investigador observa lo acontecido, lo registra y después
analiza la información y elabora unas conclusiones sobre
la base de los principios de la constancia, el control y la
orientación.

Como método científico es una
percepción atenta, racional, planificada y
sistémica, de los fenómenos relacionados con los
objetivos de la investigación, en sus condiciones
naturales, habituales, es decir, sin provocarlos, con vistas a
ofrecer una explicación científica de la naturaleza
interna de estos.

Se realizó con el objetivo de observar la
conducta de adolescentes y padres y sus relaciones en diferentes
actividades dentro del hogar y la escuela. La guía de
observación utilizada fue elaborada por las autoras para
los efectos de esta investigación. (Anexo # 2)

Procedimientos
estadísticos.

Se trabajó para la dimensión descriptiva
con test de frecuencias y porcientos.

2.2- Análisis de los
resultados.

En la fase inicial de la investigación se
realizó una entrevista individual a los
profesores-guías de los adolescentes de noveno grado de la
escuela donde se realizó el estudio con el objetivo de
obtener la información sobre los adolescentes considerados
por ellos con baja autoestima, identificados en el banco de
problemas del centro.

Conociendo ya específicamente los adolescentes
con los cuales se iba a trabajar se les realizó la
entrevista estructurada individual combinada con la
observación directa en diferentes actividades, tanto en la
escuela como en el hogar. De igual forma se les realizó
una entrevista a los padres para conocer el comportamiento de
estos adolescentes en su hogar, así como también
corroborar lo planteado por los mismos en su
entrevista.

En otro momento se les aplicó a los referidos
adolescentes la Escala de autoestima de Coopersmith para conocer
su nivel de autoestima y a partir de allí comenzar la
selección de la muestra.

Por último se procedió a aplicar la
técnica Inventario de Problemas Juveniles (IPJ) con la
intención de encontrar los problemas que están
afectando a estos adolescentes en su estado físico, las
relaciones con los coetáneos, con la escuela, su
autovaloración, las relaciones con la familia.

La observación directa se utilizó con el
propósito de obtener información primaria acerca de
los adolescentes y sus relaciones con padres y
profesores.

Los métodos y las técnicas aplicadas
aportaron los siguientes resultados a partir de las variables
declaradas en cada área estudiada:

Área personal

Existen 5 estudiantes (50%) que tienen seguridad en la
realización de las técnicas ya que presentaron
desenvolvimiento, independencia en la aplicación de las
mismas, no le preguntaron a nadie qué debían
responder y 5 (50%) que tienen inseguridad, lo cual se pudo
comprobar mediante la observación debido a su constante
dependencia de sus compañeros o de las investigadoras,
para poder responder cada pregunta.

Durante la entrevista a los profesores-guías se
les pregunta como se manifiesta el estado psicológico de
estos adolescentes, donde hay coincidencia por parte de los 5
profesores (100%) al decir que prevalece el sentimiento de
soledad, necesidad de apoyo y la necesidad de afecto paterno,
sentimientos de inferioridad, en ocasiones están llorando
o aislados todo el tiempo .

La entrevista a los adolescentes fue realizada a
toda la muestra y en ella se constató que al preguntarles
lo que opinan de sí mismos 7 estudiantes (70%) se
subvaloran porque se sienten inferiores a sus compañeros y
3 (30%) se autovaloran adecuadamente ya que no se sienten mal ni
inferiores con respecto a los demás y están
conscientes de sus virtudes y deficiencias y plantean que
así se sienten bien.

Al preguntarles si sabían lo que era la
autoestima 8 (80%) no supieron decir nada al respecto y 2
estudiantes (20%) se esforzaron por tratar de decir que era y en
que consistía, como por ejemplo plantearon que era estar
contentos con ellos mismos, que era estar orgullosos de lo que
hacían, no sentirse menos que los demás. Al
preguntarles qué les gustaba sobre ellos mismos los 10
estudiantes (100%) centraron sus respuestas en lo buenos que eran
con sus hermanos menores, primos u otros familiares
pequeños, también los 8 (80%) varones de la muestra
hablaron sobre su físico y potencialidades para la
realización de actividades físicas o
deportivas.

Cuando se les preguntó si querían
parecerse a alguien en específico, 2 estudiantes (20%)
mencionaron al padre, debido a que como son médicos salvan
vidas; 1 (10%) al hermano mayor porque es piloto y muy
inteligente, y 1 (10%) a la madre porque es abogada y siempre
está trabajando, el resto 6 estudiantes (60%) no
mencionaron a nadie.

Al indagar si existía algo que quisieran cambiar
en ellos, los 10 estudiantes (100%) mencionaron aspectos
relacionados con la interrelación con sus
compañeros de aula y comunidad; 4 (40%) ganar en seguridad
y autoconfianza; además 3 estudiantes (30%) poder expresar
lo que sentían, tanto en clases como con sus familiares y
con el sexo contrario; 3 adolescentes (30%) no refieren
nada.

Al preguntarles si había sucedido algo que les
había hecho sentir muy tristes o molestos por mucho tiempo
3 estudiantes (30%) hicieron referencia a la muerte de un miembro
de la familia: madre, padre y abuelo; 1 (10%) mencionó el
hecho de que la madre estuvo presa cuando ella era pequeña
y tuvo que comenzar a vivir con su papá. El resto de los
estudiantes 6 (60%) no mencionan ningún hecho de este
tipo.

Cuando se les preguntó cómo reaccionan
ante las discusiones 10 (100%) dicen que a ellos no les gusta
discutir por nada, que no vale la pena, porque casi siempre la
otra persona tiene la razón. En el caso de discusiones en
la casa 4 estudiantes (40%) dicen que se van y demoran bastante
en regresar, incluso uno de ellos expresa que cuando esto ocurre
duerme en casa de su abuela, para no tener problemas con su
padrastro.

Al preguntarles que es lo que más les gustaba
hacer, 4 estudiantes (40%) dicen que no hacer nada, estar solos,
oír música o ver TV; 2 (20%) que jugar en la
computadora o videos juegos; 1 (10%) que ayudar a un familiar en
la mecánica y 3 (30%) dicen que pintar o pasear
respectivamente. Lo cual se pudo corroborar en la entrevista
realizada a los mismos.

Cuando se les preguntó por los temores, 1 (10%)
expresó que a la muerte, 2 (20%) que a la oscuridad, 1
(10%) a la madrastra y el resto 6 estudiantes (60%) que a la
soledad.

Las relaciones con los coetáneos en cuanto a la
observación se comportaron de la siguiente forma: en 3
estudiantes (30%) existe una comunicación fluida, ya que
se pudo observar el entendimiento satisfactorio entre ellos, en 7
(70%), la misma se comporta de manera contraria, ya que mediante
la observación se comprueban las manifestaciones
comportamentales, como son el aislamiento entre ellos,
discusiones constantemente, a veces se dan golpes, lo cual
también se comprobó por lo planteado por los
profesores-guías.

Se pudo comprobar en el Inventario de Problemas
Juveniles (IPJ) y en la observación que existen 7
adolescentes (70%) con sentimientos de subvaloración, ya
que plantean expresiones avaladas en los ítems de la
técnica como son ¨no soy popular entre amigas y
amigos¨, ¨creo que no soy tan listo como otras
personas¨, ¨creo que soy diferente a los demás
muchachos¨; 5 (50%) presentan desmotivación general,
necesidad de apoyo y comprensión, timidez, inseguridad,
aislamiento, negativismo, lo que se puede corroborar con la
respuesta de los mismos en ítems como: ¨a menudo me
siento solo¨, ¨no tengo confianza o seguridad en mi
mismo¨, ¨siento que no me quieren¨ , ¨todo me
sale mal¨. También aparecen 8 (80%) con
preocupación acerca de su estado físico, lo cual es
plasmado en ítems como: ¨tengo algún defecto
físico que me incapacita¨, ¨me preocupa mi
salud¨, ¨me siento sin ánimo o energía¨
; en 5 (50%) se denota la impulsividad, ya que plantean que se
alteran fácilmente ; 2 (20%) refleja evasión sobre
las demás esferas exploradas y necesidad de afecto
materno. Se pudo encontrar además que existen 5
adolescentes(50%) con necesidad de afecto paterno, sentimientos
de soledad y de inferioridad. Se encontró además
que 8 (80%) presenta nerviosismo, ya que plantean que son
nerviosos en uno de los ítems de la técnica, 4
(40%) hacen referencia a que padecen de estados de decaimiento y
trastornos del sueño, 2 (20%) manifiestan sentimientos de
culpa y 1 (10%) señala intranquilidad, En los 10 (100%) se
expresa la necesidad de independencia, autodeterminación y
voluntariedad.

Área familiar:

Las familias de los 10 adolescentes (100 %) son de tipo
nuclear reensamblada y las relaciones entre familia –
adolescente en el (100%) presentan dificultades, algo que se pudo
comprobar en la observación ya que entre los familiares y
los adolescentes existe poca comunicación, agresividad
entre ambas partes, son padres autoritarios.

Al preguntarles a los profesores-guías sobre si
existe alguna relación, según su conocimiento,
entre los problemas de autoestima y la vida familiar en la que se
desarrollan estos adolescentes los 5 (100%) dicen que si hay una
estrecha relación entre ambos aspectos e incluso tienen el
conocimiento de cuales son esos problemas: discusiones frecuentes
entre los miembros adultos de la familia, agresividad familiar en
la comunicación, ausencia de la figura paterna en los 10
estudiantes (100%).

Lo expresado pudiera ser la causa de que durante la
entrevista realizada a los adolescentes la pregunta que hace
referencia a las relaciones con la familia fue la que con mayor
cautela los estudiantes respondieron, incluso 3 (30%) se negaron
a dar una opinión sobre el tema, sin embargo, estos 3 son
los que mayores problemas familiares afrontan; planteado por los
profesores-guías; 5 (50%) expresaron que el divorcio de
sus padres y la entrada a la familia de una nueva pareja para sus
padres era el mayor problema para ellos por las incomprensiones
que se ponían de manifiesto de forma casi
diaria.

El resto de los estudiantes 2 (20%) mencionó que
estas eran adecuadas, que no había ningún tipo de
problemas, la convivencia familiar era correcta, estos hechos se
comprobaron que eran inciertos, porque en estos casos,
también según los profesores-guías,
existían grandes problemas familiares.

En el caso de 7 adolescentes (70%) viven con la
mamá, el padrastro y hermanos, 2 el (20%) conviven con el
papá y madrastra, un (10%) con la mamá y un
hermano.

La entrevista a los familiares fue aplicada a la familia
de los 10 adolescentes, (100%) entre ellas madres, padres,
madrastras y padrastros, en ella se pudo constatar que los 10
familiares (100%) dicen que las relaciones en el hogar son
armónicas, que existe una fluida comunicación entre
los miembros de la familia, estos aspectos se contradicen con los
datos aportados por los profesores-guías y sus propios
hijos.

En las preguntas 2 y 3 los familiares expresan que no
existen dificultades en cuanto a discusiones familiares o de otra
índole. Es significativo que incluso no hacen referencia a
la muerte de cónyuges u otro familiar allegado, aunque
estos son recordados y mencionados como hechos significativos por
sus hijos.

En cuanto al conocimiento que tienen los familiares
sobre el comportamiento fuera del hogar de sus hijos, 4
familiares (40%) expresaron que todo marchaba bien, pues sus
respectivos hijos se comunicaban de forma correcta con todas las
personas. El resto de ellos 6 (60%) dicen que sus respectivos
hijos se muestran aislados, indecisos, porque son algo diferentes
a los otros y que ellos hacen todo lo posible por ayudarlos pero
no lo logran.

Al preguntarles sobre los problemas o preocupaciones que
tienen sus hijos los 10 familiares (100%) expresaron que solo
tienen conocimientos de estos en ocasiones cuando ellos se los
comunican porque saben que alguna persona, vecino o profesor lo
sabe y se los va a informar, además plantean que es normal
que los adolescentes tengan algunas preocupaciones que son
comunes de la etapa y que siempre tratan de ayudarlos cuando se
enteran. Esto nos demuestra que las relaciones y la
comunicación de los padres con los adolescentes tienen
dificultades, pero lo que sigue constituyendo una gran
preocupación para estas investigadoras es el hecho de que
tanto unos como otros encubren la información, la
ocultan.

Se pudo comprobar en el Inventario de Problemas
Juveniles (IPJ) que 5 adolescentes (50%), presentan
conflictos familiares, lo que se demuestra por lo expresado por
estos adolescentes en ítems como: ¨hay discusiones y
peleas constantes en mi casa¨, ¨me siento que no formo
parte de mi familia¨, ¨mis padres me regañan mucho
para que estudie¨; 3 (30%) presentan rechazo al hogar,
deficiente comunicación familiar, lo que se pone de
manifiesto cuando ellos plantean frases como: ¨siento deseos
de irme de mi casa¨, ¨temo decirles a mis padres que he
cometido una falta¨, ¨mis padres no contestan a mis
preguntas¨; 2, (20%) tienen padres autoritarios, lo que se
puede afirmar mediante la frase plasmada por los adolescentes
como es : ¨mi padres es muy dominante y
autoritario¨

Área escolar:

Durante las observaciones realizadas durante algunas
clases se conoció que las relaciones profesor-alumno se
comportaron de la siguiente forma: en 6 estudiantes (60%) existe
un respeto , disciplina, los alumnos no le gritan a los
profesores al dirigirse a ellos y estos a su vez tratan a sus
alumnos de forma agradable, con buenos modales y con respeto; en
4 estudiantes (40%), sucede todo lo contrario lo cual fue
corroborado por la actitud entre los mismos, no existe respeto
por parte de los alumnos hacia sus profesores, no hacen caso, no
quieren copiar en clase.

Los profesores-guías entrevistados describieron
el comportamiento de estos adolescentes con niveles bajos de
autoestima y coinciden en expresiones como las siguientes:
están aislados, participan poco en clases, les cuesta
mucho trabajo expresar coherentemente las respuestas, alegan que
no pueden como los otros, que ellos no son tan inteligentes, que
están allí obligados, tienen poca motivación
por las actividades docentes, no son perseverantes ante las
dificultades, en ocasiones se muestran indisciplinados, poco
cooperativos, el aprovechamiento docente es
deficiente.

Al indagar sobre la realización de un trabajo
pedagógico diferenciado con estos adolescentes, los
profesores (100%) afirman que sí se realiza, e incluso
mencionan algunas de las actividades que se incluyen de forma
individual con estos estudiantes, por ejemplo: ejercicios
diferenciados en las clases, trabajos en equipos, lo mandan a
sentar en las primeras mesas, visitar museos con otros alumnos,
pero durante las observaciones de las actividades docentes no se
pudo constatar que las mismas lograran una mejoría con
respecto a las deficiencias académicas.

Al preguntar a los referidos profesores-guías
sobre la preocupación y ocupación de los padres por
sus hijos los 5 (100%) expresaron que estos estaban dentro del
grupo de padres o familiares con muy poca preocupación por
el desempeño docente de los hijos y lo demuestra el hecho
de que no revisan sus libretas de actividades, no asisten a las
reuniones y tampoco visitan el centro escolar para entrevistarse
con los profesores e indagar sobre la vida escolar de sus
hijos.

Partes: 1, 2, 3
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